¡Nadie debería estar afuera!
Dios trajo todo y a todos a la comunidad de los hijos de Dios. Nadie debería estar fuera de esta comunidad. Por esta razón, ya no hay judíos ni gentiles, hombres o mujeres, de adentro o de afuera; todos están dentro de esta comunidad de hijos de Dios, compartiendo la nueva vida que Dios nos ha dado a todos en Su Cristo. ¡La lepra era un ejemplo clásico de exclusión! El leproso no formaba parte de la comunidad. En virtud de su enfermedad, ha perdido su lugar en la comunidad y vive aislado. Su lepra, por lo tanto, es más que una condición física; es una representación física de una vida que está fuera de Dios y de la comunidad de los hijos de Dios; refleja la condición desolada del alma sin Dios: solitaria, vacía, miserable e infeliz. La curación de Jesús va más allá de lo físico: sanó su alma, su aislamiento y su vacío. Con la misma curación, Jesús lo sacó de estar fuera de la comunidad y lo llevó al interior. Se requiere la certificación de los sacerdotes para concederle de nuevo su lugar entre el pueblo de Dios.
Este es un misterio tan grande que nos desafía a buscar lo único que Dios nos dio gratuitamente en Jesucristo: la reconciliación con Dios y con otros hijos de Dios. El pecado es lo que nos separa de Dios y de los demás. Crea lepra en el alma y nos aísla de la vida. Que nos abramos al toque sanador de Jesús y dejemos que nos guíe de regreso a Dios y a los demás, especialmente en la familia de Dios, la Iglesia. Amén
~Padre Cornelius Okeke