Un corazón humilde confía en Dios

Hay momentos en que reflexiono sobre las personas poderosas y arrogantes que han pasado por esta tierra, y cómo siempre pensaron e incluso creyeron que eran dueños del mundo y de todos. Y ni siquiera creen que son mortales como el resto de nosotros. Y luego también pensaría que, si alguien es lo suficientemente humilde como para darse cuenta de que estamos en este mundo por un corto tiempo, seríamos más amables con los demás. La humildad es un reconocimiento de que nuestra vida nos ha sido dada. Todos. Y estamos aquí en este mundo para servir a Dios y a los hijos de Dios. Por otro lado, un orgulloso y el corazón arrogante cree que no hay Dios y que él tiene el control total de la vida. Por eso buscan el poder para controlar a los demás; buscan ser adorados y honrados por otros. En todos sus pensamientos y acciones, demuestran que les gustaría ser dioses inmortales. ¡Qué equivocado! Como creyentes, reconocemos que nuestras vidas provienen de Dios, nuestro Padre; confiamos nuestras vidas al Padre que nos ama y nos cuida; y le servimos humildemente a él y a nuestros hermanos y hermanas. Esta es la forma más realista de vivir en esta vida, teniendo ante nosotros que un día, dejaremos todo para estar con Él. Para los arrogantes y orgullosos, la vida a veces puede chocar con una sensación de falta de sentido porque no pueden vivir para siempre para disfrutar de su poder y la opresión sádica de los pobres.

Que el Señor nos ayude a permanecer humildes en el Señor, sabiendo que estamos seguros en Sus manos. Amén

~Padre Okeke