¡Relaciones íntimas vs. transaccionales!

En este Domingo del Buen Pastor, será genial meditar en la declaración de Jesús sobre el tipo de relación que anhela con nosotros, sus ovejas. “Yo soy el Buen Pastor. Yo conozco a los míos y los míos me conocen a mí, como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Por eso doy mi vida por mis ovejas” (Jn 10, 14-15). Jesús quiere una relación íntima con cada uno de nosotros. Es el tipo de relación en la que uno conoce al otro de tal manera que intercambian una profunda confianza mutua, cuya base es una seguridad de amor que es verdadera y duradera. Es un amor cuya recompensa está en amar y ser amado. Es por eso que las personas involucradas en esta intimidad se conocen entre sí, un conocimiento en el que todos los aspectos de uno se abren al otro sin vergüenza ni juicio. Como puedes ver, la intimidad es mucho más profunda que el sexo, como la mayoría de la gente piensa. La intimidad es, ante todo, una experiencia del corazón y del alma antes de que el cuerpo se involucre en una experiencia sexual. En ese sentido, la experiencia sexual se convierte en una expresión de lo que ya está sucediendo a nivel del corazón y del alma. Es por eso que hay demasiadas experiencias sexuales sin alma en el mundo, que no expresan intimidad en absoluto. Al final, las partes se van con las manos vacías.

Por el contrario, las relaciones transaccionales se basan en un principio de quid pro quo. Son relaciones impulsadas por el interés propio y el beneficio personal. En tales relaciones, el conocimiento que uno tiene del otro es superficial, carente de profundidad y transparencia. El verdadero ser permanece oculto, protegido de la vista del otro. En las relaciones transaccionales, una de las partes a menudo explota a la otra para promover su propia agenda. El escenario más doloroso surge cuando las relaciones transaccionales se disfrazan de relaciones íntimas. Este engaño puede conducir a una angustia emocional significativa, particularmente cuando una persona ingresa a la relación buscando intimidad, mientras que la otra es impulsada por una mentalidad transaccional.

Jesús quiere una relación íntima con nosotros, no una relación transaccional. Que nos abramos a esta experiencia porque nos transforma a nosotros y a nuestras relaciones con los demás. Que sintamos el amor del Buen Pastor y lo amemos tanto. Amén