Cuantas veces somos engañados Señormientras buscamos ser el centro de atención;

¡Los lugares altos, los lugares de honor y reconocimiento!

Está en muchos de nosotros:

este deseo y anhelo de ser el primero, ser conocido, ser famoso;

ser amado más que otros; ¡estar en el centro!

Nos llama, este anhelo, derivado de una falta en el fondo;

un anhelo que nos puede seguir desde la cuna hasta la tumba, sin estar nunca satisfechos.

Porque nada satisface profundamente come tú, Señor.

Nos perdemos en su búsqueda, porque es insaciable, tanto como ansioso.

Como una droga, cuanto más la obtenemos, más anhelamos;

y dudamos si el sentimiento durará tan pronto como lo tengamos; tan extraño, ¿no?

Esos momentos de aplausos, de reconocimiento, de aprobación, son tan

fugaces como pueden ser;

sin embargo, nos sostienen, como las polillas atraídas por la llama.

Para algunos creen que ser el centro de atención, estar en lugares de honor,

tiene la magia para otorgarles amor de todos, paz y … ¡todo lo demás!

Pero es una grande desilusión.

Qué maravilloso es confiar en ti, Querido Señor;

confiar en que el lugar que nos brinda siempre es el mejor;

porque cada vez que dejamos que nos guíes, tu gracia guía nuestros pasos,

y nuestro corazón se ilumina de alegría y verdadera paz.

El centro de atención del mundo se desvanece fácilmente en ansiedad y miedo;

A menudo se alimenta de la excentricidad y la presión de las multitudes,

implacable con la humildad y la evolución paciente.

Pero cuando exaltas, Querido Señor,

la vida se despierta de entre los muertos

los huesos secos vuelven a la vida,

los humanos ansiosos están llenos de coraje,

corazones desesperados encuentran alegría y esperanza de nuevo,

y las almas angustiadas experimentan serenidad.

Porque ¿quién puede derribar a los que el Señor Dios exalta?

¿Quién puede arrancar de raíz lo que el Señor ha plantado?

El centro de atención del Señor es el lugar humilde,

donde todos los hijos de Dios – los pobres, los lisiados, los cojos, los ciegos, los tímidos, los ricos –

¡todos encuentren paz y experimenten la gloria de Dios el uno en el otro!

El centro de atención de Dios es el amor sacrificial de Jesús en la cruz, donde

el amor se experimenta sin ansiedad ni posesividad;

la vida se vive desde adentro, en ese interior más profundo donde estamos seguros de nuestra

confianza en el Amoroso Plan de Dios para nuestras vidas.

El centro de atención de Dios se encuentra en lo ordinario y sin ruido; esos eventos y personas simples, silenciosos y sin pretensiones en nuestras vidas que son portadores de regalos Divinos para nosotros.

Deje que los humildes se regocijen y no se sientan avergonzados, porque los caminos del espíritu siempre serán confusos para los sabios del mundo. El alma tiene su propia lógica, y solo en el estado humilde el alma, unida a Dios, se levanta para saludar la luz brillante de la gloria de Dios. Es la intención de Dios para cada uno de nosotros. Que lo sientas todos los días de tu vida. Amén