¡Que tan honorable y libre es Moisés! Él es el único profeta; ningún otro Profeta ha sido como él. Pero él no vio a sí mismo como extraordinario ni importaba arrogarse a sí mismo un tratamiento especial. Por el contrario, quería que todo Israel pudiera ser profetas y profetizar. Cuando Josué, su ayudante, se quejó de que él parara esos que profesían en la carpa, Moisés le advirtió: “¿Estás celoso por mí bien? Ojalá todas las personas del Señor fueran profetas. ¡Que el Señor conceda su espíritu en todos!” De la misma manera, los discípulos de Jesús querían que él impidiera que la gente curara en su nombre. Más bien, Jesús era feliz que algunas personas estaban haciendo buen trabajo en su nombre, porque significa que con él y no contra él. Pero los discípulos se sintieron amenazados porque se consideraban personas especiales atadas al maestro. Moisés, el gran profeta, nunca sintió amenazado; él deseaba que todos fueran como él. Jesús nunca se sintió amenazado y desea que todos nosotros posee su espíritu.

La disposición de Moisés y de Jesús nos muestra la esencia de la verdadera libertad. Una persona verdaderamente libre no se siente amenazada porque alguien está haciendo algo que él hace. Si alguien puede hacer lo que hago, entonces mucho se puede lograr incluso cuando no estoy allí. El objetivo y deseo es que todos están facultados para hacer el buen trabajo que promueve a nuestra familia humana.

La necesidad de sentirse especial puede ser una prisión real y una enfermedad que perturba la posibilidad de otros para poder llegar a ser mejores colaboradores a la familia humana y la misión de Dios. Lo más importante, la necesidad de ser mejor que los demás es una gran fuente de miseria para mucha gente. Para esas personas, tienen que constantemente estar a cargo de otros, de lo contrario se sienten pequeños e insignificantes. Si una persona capaz llega cerca de ellos, se sienten tan amenazados que pueden movilizar fuerzas tales como chismes, agresión y chantaje contra uno sólo para asegurarse de que su posición y sentido de importancia no se quita. Sin embargo, nadie puede quitar tu sentido de importancia a menos que te sientes insegura y con miedo.

La libertad verdadera  es el regalo de Jesús para nosotros. Ya somos amados por Dios y sostenidos por este amor. Nuestros dones específicos no disminuyen los dones de los demás ni nos hacen mejor que otros. Por otra parte, todos somos hermanos y hermanas; y si vivimos en el espíritu de nuestro Señor, nuestras vidas, familias, comunidades y parroquia prosperan muy bien. Tenga en cuenta esta prueba: cuando te sientes amenazado por la bondad de alguien, sus dones, habilidades o competencias, sólo debes saber que no estás de esa medida libre en el interior; puede causarte noches de insomnio y enojo innecesario. Es el deseo de Dios que seamos verdaderamente libres, felices y en paz. Cuando estamos seguros en nuestra ‘piel’ y libre como Moisés, sinceramente podemos amar y servir y ser parte de la misión de Dios en el mundo sin pedir reconocimiento especial ni asientos especiales. Que Dios nos dé la gracia de experimentar la verdadera libertad que él nos da tan generosamente. Amen