Ven a ser mi Luz
«Ustedes son la luz del mundo», dice nuestro Señor (Mt 5, 14-16). A través de las aguas del bautismo, nos hemos convertido en portadores de Cristo al mundo, trayendo su luz a la oscuridad del mundo. La primera persona que me viene a la mente es la Sta. Madre Teresa de Calcuta. Jesús le dijo claramente: «Ven a ser mi luz», en la oscuridad de los niños abandonados y ancianos abandonados de Calcuta. A pesar de que era de baja estatura, la Sta. Madre Teresa se elevaba por encima de la persona más alta del mundo. Era como la ciudad más alta construida sobre la montaña más alta. Su luz brillaba tan intensamente que nadie podía escapar de los rayos de bondad, gentileza, curación y amor que provenían de su corazón. «¡Tú eres la luz del mundo!» Es la misión del cristianismo y de todos nosotros los cristianos llevar la luz sanadora de Jesús al mundo que nos rodea. ¿Cómo sucede esto?
Esta luz brilla cada vez que damos de nosotros mismos a los demás. Nuestra luz quita la oscuridad causada por su soledad, tristeza, tristeza, ansiedad, pobreza, inseguridad, miedos, enfermedades y todas las formas de privación. La pregunta más relevante que nos hacemos es: ¿cuán brillante es la luz de Cristo dentro de nosotros? ¿Cómo brilla en la oscuridad de la vida de las personas? ¿Estamos abiertos a la luz que otros brillan en nuestras malas experiencias o estamos encerrados dentro de nuestros propios remordimientos e inseguridades y evitamos la luz de Cristo? «¡Tú eres la luz del mundo!» Solo tenemos que mirar a nuestro alrededor y ver y experimentar la oscuridad en la que viven las personas, comenzando por nuestras familias. Entonces nos damos cuenta de la urgencia de la misión de Jesús para todos nosotros: «¡Ve a ser mi luz en el mundo!» Escuchemos esta invitación urgente y dejemos que el Señor nos guíe de la mano a nuestros hermanos y hermanas necesitados. El Señor dice: «Comparte tu comida con los hambrientos, protege a los desamparados, viste a los desnudos y no te alejes de tus propios parientes. Entonces tu luz estallará cuando el amanecer y tu sanidad vengan en un instante» (Isaías 58: 7-8). Esa es nuestra misión. Que seas bendecido mientras escuchas este llamado divino. Amén
~Padre Cornelius Okeke